Portada » Cuando el bienestar comienza por la ventana
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Torinco y Antana defienden una arquitectura que reconecta con la naturaleza desde la carpintería exterior y al uso de materiales sostenibles

Reconectar con la naturaleza para mejorar la salud y alcanzar el bienestar. Puede parecer un mantra, pero es la base de una filosofía de diseño que gana cada vez más espacio en la arquitectura contemporánea: el diseño biofílico. Una forma de proyectar que integra luz natural, madera, agua y elementos vegetales en los espacios construidos para favorecer el confort y mejorar la calidad de vida. Un concepto, ya recogido en certificaciones como WELL o LEED, que recupera la relación con la naturaleza como necesidad arquitectónica.

En la búsqueda de una arquitectura más saludable, eficiente y respetuosa con el entorno, la madera está recuperando su lugar como material esencial. Y dentro de esa tendencia, la carpintería exterior de madera se convierte en un aliado estratégico: no solo por su rendimiento técnico, sino porque une directamente al usuario con el paisaje, la luz y las emociones.

“Hoy la sostenibilidad no se entiende solo como eficiencia energética, sino como una manera de habitar más conectada con la naturaleza y las personas. El diseño biofílico ha venido para quedarse, y la ventana —como frontera entre lo interior y lo exterior— es uno de sus elementos clave. No solo deben ser eficientes, deben emocionar”, explica Antonio Torrero, CTO de Torinco, empresa especializada en cerramientos de madera de alto rendimiento.

Madera, luz y arquitectura emocional

Uno de los principios clave del diseño biofílico es crear entornos que no solo funcionen, sino que reconforten, espacios que inviten a quedarse, que estimulen el descanso y el bienestar. Y ahí, la forma en que los materiales se relacionan con la luz y el paisaje exterior cobra una relevancia decisiva.

“Las ventanas de madera permiten crear ambientes más cálidos, humanos y sensoriales. Aportan valor emocional y también una garantía técnica muy alta”, afirma Carmen Güemes de la Iglesia, ingeniera y socia de Antana Arquitectura y Construcción. Para la representante de la firma madrileña con la que Torinco ha colaborado en diversos proyectos, la textura de la madera, el juego con la luz y la personalización del diseño contribuyen a una experiencia espacial más rica y significativa. “Tiene una relevancia funcional y estética esenciales en la construcción y su correcta ejecución requiere tiempo y precisión”, añade.

Desde su experiencia en proyectos residenciales y reformas sostenibles, Carmen Güemes defiende el diseño biofílico como una actitud transversal que condiciona todo el proyecto, desde la orientación hasta los acabados. “Si hay un elemento capaz de condensar todos esos factores —técnicos, emocionales y sensoriales— es la ventana de madera”, señala.

En Antana, constructora boutique especializada en proyectos a medida, han detectado una creciente demanda de materiales sostenibles y naturales. “Unos requerimientos que garantizamos coordinando tres áreas: compras, que selecciona a los proveedores adecuados; calidad, que analiza la documentación técnica; y la jefatura de obra, que hace el seguimiento específico en cada proyecto”, afirma Güemes.

Más allá del material: la ventana como decisión consciente

Las soluciones de carpintería de madera de alta gama están dejando de ser una elección puramente estética para convertirse en una decisión técnica y emocionalmente inteligente. La madera no solo aporta calidez visual: también regula la humedad, mejora el aislamiento acústico, tiene baja huella ambiental y, bien trabajada, ofrece una durabilidad excepcional con mantenimiento mínimo. En ese contexto, Torinco trabaja junto a promotores, estudios y empresas constructoras, como Antana, que comparten una visión común: diseñar espacios sostenibles sin renunciar a la belleza, ni al bienestar sensorial. Su apuesta por maderas certificadas, barnices al agua y procesos eficientes no es solo una elección técnica, sino una forma de entender la arquitectura como acto responsable. “La sostenibilidad no se mide solo en números, sino en el impacto real que generas en el entorno y en la vida de las personas”, concluye Antonio Torrero.

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