Autores:
SAU Taller d ́Arquitectura
Lluís Jordà Sala /
Arquitecto i Arq. Técnico
Pol Jordà Sala /
Arquitecto
Colaboradores:
https://www.sausl.com/equip
2022
Se plantean dos casas adosadas a un solar que se beneficia de soleamiento todo el día con vistas privilegiadas en las montañas del Bisaura. Los principales objetivos son conseguir un bajo impacto ambiental y ofrecer viviendas de alta calidad a un coste competitivo con una arquitectura integrada al paisaje. Se plantea trabajar con la idea de reducir el impacto ambiental con ayuda de construcción en seco a base de una estructura de madera laminada, acabados de paneles tricapa de abeto, aislamiento de fibras de madera y fachada ventilada con compuesto de madera-cemento. Además, se minimizan las aperturas para evitar pérdidas energéticas, reduciendo al mínimo los consumos. Se ha priorizado la estandarización y se reducen los costes con apenas residuo en la obra. La planta es un ejercicio de eficiencia programática: Se ha construido el mínimo sin renunciar a la calidad espacial. La estrategia formal y de materialidad es una consecuencia de la lectura del paisaje: un pequeño refugio que no renuncia a la capacidad emotiva de la arquitectura.
Situadas en Vidrà, en el bello medio del Bisaura, el Prepirineo catalán, a caballo entre Osona, el Ripollès y la Garrotxa, se plantean dos casas adosadas. La parcela, situada en la calle de la Font, tiene una topografía exigente con más de 4 metros de desnivel en el eje norte-sur. El vial, a la fachada sur, tiene una pendiente que supera el 20% y rodea la casa hasta desembocar en un espacio libre sensiblemente plano a Norte que resulta muy agradable en verano. Por otro lado, la parcela se beneficia de una muy buena orientación, con soleamiento todo el día y disfrutando de unas vistas privilegiadas al paisaje; a las montañas del Bisaura, el pueblo y, sobre todo, a la iglesia y su campanario.
Este es un proyecto promovido por la Carpintería Vivet de Vidrà, propietaria del solar. Los principales objetivos del proyecto son, por un lado, conseguir bajo impacto ambiental y alta eficiencia energética; Por otro, ofrecer un producto de alta calidad a un coste competitivo y finalmente, plantear una arquitectura integrada en el paisaje. Para resolver este triple objetivo, se plantea:
En primer lugar, trabajar con materiales desnudos, neutros; con la idea de aprovechar al máximo las características de cada uno de ellos y reducir el impacto ambiental en el proceso de construcción. Así, se proyecta un gran zócalo de hormigón que resuelve los desniveles de la parcela y, una vez ejecutado, se desarrolla todo el proyecto con construcción en seco a base de una estructura de madera laminada, acabados interiores de paneles de tricapa de abeto, aislamiento de fibras de madera y fachada ventilada con panel de composité madera-cemento. Además, se apuesta por minimizar las aperturas y, las imprescindibles, colocarlas estratégicamente para conseguir buena radiación solar y evitar pérdidas. De este modo, las casas se comportan fabulosamente bien puesto que casi no hay puentes térmicos, reduciendo al mínimo los consumos durante toda su vida útil.
En segundo lugar, se ha priorizado la estandarización y el modelado BIM. Toda la organización del espacio responde al módulo de 1,25 de los paneles. De este modo se evita el dispendio de material y se reducen considerablemente los costes. Derivado de este punto se consigue que apenas se genera residuo en la obra. Por otro lado, la planta es un ejercicio de eficiencia programática. Se ha construido el mínimo posible sin renunciar a la calidad espacial. No hay espacios de recorrido sin uso; Toda la planta se organiza alrededor de un núcleo húmedo que agrupa baños, cocina y todos las servicios (montantes de agua caliente, calefacción, electricidad y datos, desagües…). De este modo encontramos un espacio central muy tecnificado y así se liberan las fachadas de compromisos técnicos más allá del aislamiento.
Finalmente, la estrategia formal y de materialidad es una consecuencia de la lectura del paisaje del Bisaura. No solo la madera, la teja y el panel de composité de la fachada evocan al paisaje y a su materialidad sinó que, además, destaca el volumen en sí; las aperturas, pequeñas y verticales; los grandes agujeros a fachada sur, casi como salidas. Destaca la contundencia volumétrica de una pieza casi abstracta anclada al paisaje, como las grandes masías del siglo XIX, tan características de Vidrà.
En definitiva, se trata de un proyecto que, por encima de los requerimientos ambientales y de costes de ejecución, dan respuesta eficiente a las necesidades básicas de habitar: un pequeño refugio que no renuncia a la capacidad emotiva de la arquitectura.